EX-HUMUS: Politica colectiva desde abajo

Issue #000 / Godofredo Pereira
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GASPAR MIGUEL DE BERRÍO
Fragment from "Description of Cerro Rico and Imperial Village of Potosi", 1758

1984, julio, Argentina. Primera exhumación del recientemente formado Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), un equipo creado para investigar los casos de al menos 9,000 desaparecidos después de un genocidio perpetrado por la junta militar que gobernó desde 1976 hasta 1983. El EAAF fue pionero en la aplicación de las ciencias forenses a la documentación de violaciones de derechos humanos, que tuvo un impacto innegable en todo el mundo. Desde entonces, el desarrollo de tecnologías que permiten a los científicos estudiar los huesos con mayor profundidad—como los avances en biología molecular, análisis de ADN y procedimientos toxicológicos—ha facilitado los enjuiciamientos por violaciones de derechos humanos. Aún así, el impacto de las exhumaciones y su instrumentalidad se extiende mucho más allá del ámbito de los foros científicos o legales. En muchos casos, las exhumaciones se realizan en contextos postcoloniales y en relación con las historias de genocidio, ecocidio y otras formas de violencia socioambiental. En tales contextos, exhumar nunca es simple; lo que viene desde abajo trae consigo un exceso que es difícil de definir, contener o controlar. Debido a ello, las exhumaciones son siempre intervenciones poderosas.

2010, julio, Venezuela. “El Libertador” Simón Bolívar es exhumado del Panteón Nacional en Caracas, donde un equipo de expertos forenses es reunido para certificar la causa de muerte. Siendo el arsénico la causa más probable, la pregunta era si la muerte de Bolívar fue resultado del lento proceso de beber las aguas ricas en arsénico de los países andinos, o si había sido envenenado intencionalmente. La exhumación es transmitida por televisión al día siguiente, narrada por el presidente Hugo Chávez. En un momento en que resurgieron muchos de los mismos dilemas que Bolívar había enfrentado (disputas entre Venezuela y Colombia; relaciones tensas con los Estados Unidos; una lucha de poder entre el líder de Venezuela y sus oligarcas), una ceremonia de estado en torno a la muerte de Bolívar resultaría clave. La ceremonia permitiría contextualizar la Revolución Bolivariana en relación con la fundación de la propia Venezuela. Mientras que en los medios de comunicación la discusión giraba en torno al proceso forense y el misterio del asesinato (¿Quiénes eran los expertos que analizaban los huesos? ¿Cuáles eran los procedimientos? ¿Fue asesinado?), muy pocos cuestionaron por qué estos huesos fueron convertidos en objetos de interés en primer lugar. Al final, como se esperaba, no se llegó a una conclusión clara sobre si Bolívar fue envenenado intencionalmente o no, pero esta ambigüedad no desacreditó la performance ni redujo sus efectos. El objetivo de la exhumación no era tanto proporcionar evidencia de asesinato, sino más bien aprovechar el valor renovado que la búsqueda misma de evidencia confería a los huesos de Bolívar. Lo que la atracción por lo forense y la aparición televisada de los restos de Bolívar ocultaba era cómo la práctica forense estaba siendo narrada, desde el principio, por la política.

2011, mayo, Chile. Salvador Allende es exhumado para investigar la causa de su muerte. Allende había muerto en el palacio presidencial, La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, durante el sangriento golpe de Estado que dio comienzo a la dictadura de Pinochet. Mientras que los militares declararon que Allende se había suicidado con el fusil AK-47 que le había dado Fidel Castro, muchos otros sostuvieron que Allende había sido asesinado. En 2008, una revisión de los resultados de la autopsia original dio sustento a dicha teoría. Para muchos, la presidencia de Allende entre 1970 y 1973 representó la promesa de la justicia social. El aspecto más importante de la presidencia de Allende era el subsuelo: el cobre representó aproximadamente el 80 por ciento de las exportaciones totales de Chile y su nacionalización fue el núcleo de un amplio proyecto de transformación territorial. Mientras que la famosa mina de cobre Chuquicamata—comparada por Fidel Castro con las pirámides egipcias—era nacionalizada, se introdujeron experimentos como Cybersyn para explorar nuevas formas de administrar la producción industrial. Los cuerpos suelen encarnar la violencia literalmente. Se convierten en sitios alrededor de los cuales se articulan disputas. Tal como ha señalado Oscar Guardiola-Rivera, “el autor chileno Luis Klener Hernández ha dicho que el cuerpo de Allende, en su negativa a permanecer en silencio bajo tierra, se convirtió en una especie de bomba de racimo que llueve sobre los chilenos con su “cubriente fuego de la memoria'”. Si esto es así, tal vez la exhumación de Allende debe verse como un gesto que revivirá la memoria de un proyecto político y territorial alternativo.

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AL JAZEERA
Dr. Patrice Mangin holding Arafat’s keffiyeh

1997, julio, Bolivia. Los restos de Ernesto “Che” Guevara son exhumados de una fosa común en Vallegrande después de que su ubicación, desconocida durante treinta años, fuera revelada por un general boliviano retirado; 2000, Etiopía: los restos de Haile Selassie son exhumados quince años después de su asesinato y entierro secreto; 2002, Nigeria: los restos de Ken Saro-Wiwa son exhumados de una fosa común en Ogoniland después de que su ubicación fue finalmente descubierta; 2012, Cisjordania: los restos de Yasser Arafat son exhumados para investigar si fue envenenado por una sustancia radioactiva; 2013, Brasil: los restos de João Goulart son exhumados para establecer si fue envenenado como parte de la Operación Cóndor. Les siguieron muchos más, todos cuerpos de líderes, todas disputas territoriales. La palabra exhumación surge del latín medieval exhumare (ex [eliminar] + humus [suelo]). Pero sacar del suelo significa igualmente traer a la luz, especialmente después de un período de oscuridad. Este doble aspecto contenido dentro de la idea de exhumación—la remoción de cuerpos del suelo para revelar o dar luz—es crucial. En estos casos, lo que se revela no es el cuerpo individual en sí, es decir el cuerpo natural, sino aquello que busca representar: el cuerpo político.

2010, agosto, Chile. La mina San José en el pueblo de Copiapó en Atacama se derrumbó, dejando a treinta y tres mineros atrapados bajo tierra durante más de dos meses. Atrapados en una cueva cuyas rampas en espiral los dejaron a cinco kilómetros de la entrada, los únicos medios de comunicación de los mineros con el mundo exterior fueron una serie de pequeños pozos perforados por los equipos de rescate. El caso atrajo la atención de los medios de comunicación globales que se enfocaron no solo en los mineros, sino también en los múltiples intentos de rescate y los diversos métodos, tecnologías y riesgos asociados a ellos. Finalmente, una cápsula similar a un ataúd de acero, desarrollada por la Armada de Chile, CODELCO, y la NASA, bautizada “Fénix”, fue cuidadosamente introducida en el pozo. Decorada vívidamente con los colores rojo, blanco y azul de la bandera chilena, Fénix ​​logró sacar a los mineros a la superficie, uno por uno. La exhumación fue transmitida en todo el mundo. La agencia de calificación francesa Coface la declaró una demostración de la “tecnología, solidaridad y eficiencia” chilenas que brinda a los inversionistas internacionales “la imagen de un país donde se pueden hacer negocios seguros”.

1990, 27 de julio, Chile. Los cuerpos de dieciséis trabajadores son exhumados de una fosa común, también en Copiapó. Los trabajadores habían sido asesinados horas antes del amanecer del 17 de octubre de 1973 por soldados de la “Caravana de la Muerte”. Sus cuerpos habían sido arrojados a una mina subterránea. Los restos se recuperaron recién en 1990, después de que Pinochet dejase la presidencia y se permitiese a los equipos forenses buscar a los desaparecidos en el país. Años después, muchos recordaban a estos trabajadores cuando los treinta y tres mineros quedaron atrapados bajo tierra. El hijo de una de las víctimas comparó la exhumación de los mineros con la de los desaparecidos: “El rescate de la mina esta semana fue muy similar a la forma en que rescatamos a nuestros familiares … También estaban en un pozo abierto de 600 metros de profundidad. La única diferencia es que no usamos una cápsula para sacar sus restos. Usamos un cubo para los pocos huesos que pudimos encontrar”. Así, el rescate heroico de los cuerpos de los treinta y tres mineros emerge como parte de una circulación mucho menos heroica de cuerpos desde y hacia el subsuelo, un movimiento cíclico sintomático del extractivismo: los millones de cuerpos humanos que terminan bajo tierra para que millones de cuerpos minerales más puedan ser extraídos. Si las exhumaciones a veces permiten el refuerzo del cuerpo político, también pueden hacer visibles las necropolíticas que tan a menudo lo acompañan.

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Frame grab of the videocamera operating inside the mine showing the Fénix rescue capsule moments before it leaves the underground of the Copiapó mine, removing the one of the 33 trapped miners. REUTERS/Government of Chile, October 13, 2010.

2011-2013, Puchuncavi, Chile. Los cuerpos de veintiocho personas son exhumados por equipos forenses del Servicio de Medicina Legal de Chile. Los expertos forenses han tomado muestras de los huesos del fémur, dedos y cráneos para evaluar la presencia de arsénico, cobre o plomo. Los hombres verdes, un grupo cuyo nombre deriva de las descripciones de aquellos trabajadores de las fundiciones de cobre de cuyos cuerpos fluía una sustancia verde gelatinosa, además de muchos otros síntomas de contaminación prolongada. El caso se refería a una fundición de cobre de propiedad estatal donde docenas de trabajadores habían muerto a causa de enfermedades relacionadas con la contaminación, y donde cientos más estaban contaminados. Hoy en día, las poblaciones vecinas aún habitan en un entorno cuya agua, suelo y aire están completamente saturados por la industria del cobre—una zona de sacrificio—. Actualmente, un colectivo de viudas está exigiendo el reconocimiento de responsabilidad y compensación de la Corporación Nacional de Cobre por las muertes de sus esposos. Aunque este proceso aún está siendo impugnando, el grado masivo de contaminación que sufrieron los trabajadores ya era evidente durante las exhumaciones: la ropa de los fallecidos se había vuelto verde debido a la lenta liberación de arsénico de sus cuerpos después de muertos. La extracción de recursos es acerca de cuerpos, pero los cuerpos siempre se interceptan y se transforman entre sí: en el caso de los hombres verdes (como con Bolívar), los metales tóxicos circularon como agentes transversales de contaminación, fluyendo desde el cuerpo de la tierra a los cuerpos de las personas—la presencia de arsénico, lentamente liberado, hacía que la piel se rompiese y cambiaba su color.

 2011, enero, Venezuela. Petróleo pesado se exhuma de las profundidades de la Faja Petrolera del Orinoco, se coloca en un frasco y se lleva a la Asamblea Nacional de Venezuela. La caja de muestras de petróleo, presentada por Hugo Chávez, participó de un largo debate sobre el tipo de hidrocarburos que se encuentran debajo del suelo venezolano. En manos de Chávez, el petróleo dejó de ser un material inanimado del subsuelo y fue sacado a la luz como el alma de la revolución. Se estaba exhumando para financiar un amplio proyecto territorial—la nueva geometría del poder—que incluía no solo las ya conocidas misiones, sino también nuevos corredores de desarrollo en todo el país y un proyecto de vivienda a gran escala que consistiría en miles de petrocasas producidas por la industria petrolera, por no mencionar nuevas alianzas internacionales. Aquí, una extraña simetría emerge entre la exhumación del subsuelo en busca de petróleo pesado y la exhumación de Bolívar realizada el año anterior. Las dos exhumaciones presentan movimientos paralelos en los que se realiza un tipo único de gestión gubernamental: el alma de Bolívar migra al petróleo, animando la revolución bolivariana. En ambas exhumaciones, la atención que la ciencia prestaba al objeto y la conclusión producto del análisis fueron igualmente importantes. Se debe reparar en el pintado de los oleoductos e infraestructura venezolanos con signos revolucionarios: petróleo es el pueblo. A través de las exhumaciones, un sistema de equivalencias. Petróleo = el pueblo; Bolívar = petróleo; Chávez = Bolívar; Chávez = el pueblo; etc.

2005, Lago Agrio, Amazonía ecuatoriana. Las muestras de suelo y sedimento son exhumadas por científicos para confirmar que la contaminación por petróleo fue el resultado de décadas de negligencia por parte de Chevron / Texaco durante las actividades extractivas de la empresa. Esta investigación fue parte de una demanda iniciada por campesinos locales y comunidades indígenas en 1993 y que a lo largo de los años creció hasta recibir atención internacional. El propio presidente Rafael Correa se vio obligado a visitar el lugar. La contaminación viene de la mano con el aprovechamiento del subsuelo. Si bien el caso no ha tenido éxito hasta ahora, las muestras del núcleo del suelo se convirtieron en el punto de articulación entre las políticas extractivas histórica y contemporánea del Ecuador, particularmente en relación con los pueblos indígenas dentro de la jurisprudencia emergente sobre los derechos de la naturaleza. Pero mientras que los huesos tienen que ser limpiados de la tierra subterránea, aquí es la tierra misma la que es llevada a primer plano. Bruno Latour ha argumentado que “sin los instrumentos de la ciencia, el cuerpo político nunca sabrá cuántas entidades extrañas debe tener en cuenta”. Pero aquí, como en Venezuela, ocurre más bien que la capacidad de la exhumación para establecer equivalencias entre los cuerpos implica que el cuerpo político es indiscernible del cuerpo natural.

2010, Parque Nacional Yasuní, Ecuador. Las muestras de suelo son exhumadas de los campos petroleros Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT) en el Parque Nacional Yasuní. El muestreo se planificó como parte de una campaña para evidenciar la inmensa biodiversidad del parque ante los peligros planteados por la extracción de petróleo proyectada. En 2007, Ecuador anunció su compromiso de impedir la exploración de las reservas de petróleo en los campos petroleros Ishpingo-Tambococha-Tiputini. El esfuerzo por dejar el petróleo bajo tierra tenía tres objetivos principales: proteger a los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario; preservar la biodiversidad única del Parque Nacional Yasuní; y evitar las emisiones de CO2 a las que daría lugar la extracción de hidrocarburos, para proteger los derechos de las generaciones futuras. El proyecto, ideado por Carlos Larrea, fue cancelado en 2016 por el presidente Rafael Correa a pesar de su apoyo inicial a la iniciativa. De manera singular, el proyecto intentó apoyar las concepciones y prácticas indígenas de la naturaleza a través de la movilización de clasificaciones de biodiversidad y un compromiso con los cálculos del comercio de carbono. Incluso el lugar de la disputa en sí estaba definido por los límites de un bloque petrolero (ITT) y no por la demarcación de un territorio indígena. Las perspectivas indígenas, la protección del medio ambiente, la extracción de petróleo, la biodiversidad o el comercio de carbono, son enfoques (o prácticas de hacer mundos) mutuamente excluyentes que sin embargo se unieron para lograr el objetivo compartido de mantener el petróleo bajo tierra. Aquí, las exhumaciones no hablaban de un cuerpo político, sino de alianzas entre cuerpos muy diferentes. Un monstruo que desgraciadamente no llegaría a ser.

2017, Argentina. Muestras de agua y salmuera son exhumadas para el análisis del Salar de Salinas Grandes, un sitio que los lugareños consideran parte de la familia. Las muestras estaban destinadas a proporcionar evidencia sobre la apropiación subterránea de agua para la extracción de salmuera. El litio, que se encuentra en la salmuera, es un componente clave de las baterías y, por lo tanto, inmensamente valioso para la transición energética global y la lucha contra el cambio climático. La extracción de litio ha generado protestas a gran escala contra el otorgamiento de derechos de concesión, pero tiene de su lado el derecho de las generaciones futuras a un planeta descarbonizado. Por supuesto, las exhumaciones siempre son de cuerpos, pero los cuerpos existen a lo largo de diferentes sistemas de equivalencias y creación de mundos. Si dentro de un sistema el litio aparece como un componente de un cuerpo planetario descarbonizado, dentro de otro su extracción es equivalente a mermar a un ser vivo. Las sociedades andinas se caracterizan por relaciones extendidas de parentesco—el ayllu—. Las montañas, los pueblos y los entornos forman parte de una misma parentela, de todos los cuerpos vivos. El ayllu en sí mismo es otro tipo de cuerpo, uno colectivo. Esto es crucial, ya que no tenemos ninguna razón para restringir nuestro conteo de cuerpos a individuos o humanos (ni tenemos ninguna razón para dar cuenta de lo humano solo desde una concepción occidental). Muchos otros “seres sensibles” son exhumados cada vez más—las lagunas, los glaciares y los bosques están en proceso de desaparecer, al igual que los modos correspondientes de coexistencia de los que son un componente central—.

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ASSOCIATED PRESS
2013
Photo: Sonia Perez Diaz

2013, Ixtupil, Guatemala. Los antropólogos continúan el proceso de exhumación de las fosas comunes de pueblos indígenas durante décadas. Las tumbas pertenecen en su mayoría a mayas ixil que fueron asesinados por el gobierno de Guatemala bajo el liderazgo de Efraín Rios Montt. Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, se estima que unas 200,000 personas fueron asesinadas durante las campañas de contrainsurgencia de “tierra quemada” que caracterizaron la presidencia de Ríos Montt. A diferencia de otros casos, aquí las exhumaciones debían realizarse en colaboración con los pueblos indígenas locales a los que se les enseñó procedimientos forenses, ya que había rituales importantes que observar para cuidar de las vidas del más allá de los muertos. Este es un contexto en el que los muertos están muy vivos como parte central de las estructuras de parentesco extendidas, en donde las vidas del más allá deben cuidarse y un entierro adecuado es una cuestión de justicia reproductiva. Y a pesar de la introducción del catolicismo y su proyecto de desempoderar a los muertos, para muchos mayas, los ancestros siguen siendo “los verdaderos dueños de la tierra, una propiedad señalada por pequeños altares de piedra en muchos campos de maíz y otros más grandes en lugares importantes en el paisaje, donde se invita a los vivos a pagar a los muertos lo que les corresponde”. En este contexto, entonces, las exhumaciones son a la vez un mecanismo de justicia reparadora y lugares importantes de disputa sobre las formas de convivencia intertemporales.

1545, Potosí, Bolivia. La exhumación del Sumaq Urqu (Cerro Potosí o Cerro Rico, en español), un momento crucial en el dramático intercambio que acaba de comenzar, la sangre de la tierra por la sangre del pueblo. El Dorado, oro negro, oro rojo, oro blanco. Una delirante atracción por el desencadenamiento subterráneo de una pulsión de muerte colectiva. Las exhumaciones son siempre paranoicas, siempre tienen como objetivo revelar lo que no es visible, y la extracción de recursos es la máquina paranoica por excelencia en el núcleo del muy particular delirio del capitalismo. Este delirio ha dejado atrás una inmensa necrópolis de humanos, no-humanos, ecosistemas y medioambientes. En este contexto—lo que en otras partes he llamado la frontera subterránea—las exhumaciones se han vuelto paradigmáticas. Son tanto una herramienta epistémica utilizada para investigar, comprender, verificar o confirmar y un dispositivo clave a través del cual se conducen las disputas territoriales, medioambientales y políticas. Desde Chávez hasta las familias de desaparecidos, desde ecologistas hasta pueblos indígenas, desde corporaciones mineras hasta estados-nación progresistas, al centrar la atención en torno a los cuerpos, las exhumaciones constituyen una forma única de disputar los tipos de colectivos, composiciones o entornos que deben tenerse en cuenta en el antropoceno.

Godofredo Pereira, “Dead Commodities,” Cabinet 43 (otoño 2011): 90–94.

El Proyecto Cybersyn fue un emprendimiento relacionado a una red de intercambio y análisis de datos en tiempo real que permitiría monitorear el desempeño de la industria, y su adaptación a las interrupciones (por ejemplo, accidentes o huelgas). El propósito de Cybersyn era coordinar un intento de gran alcance por parte del gobierno para elevar los niveles de producción, particularmente en el sector estatal. Ver Eden Medina, Cybernetic Revolutionaries: Technology and Politics in Allende’s Chile (Cambridge, Mass: MIT Press, 2011).

Citado por Oscar Guardiola-Rivera en Story of a Death Foretold: The Coup Against Salvador Allende, September 11, 1973 (Londres: Bloomsbury Publishing, 2013), 353.

Andrew Clark, “Mining rescue lifts Chile’s credit rating up into the light,” The Guardian, 17 de octubre de 2010, Londres, http://www.theguardian.com/business/2010/oct/17/mining-rescue-chile-credit-rating.

Simon Romero, “Rescue May Redeem a Troubled Past for Chilean City,” New York Times, 14 de octubre de 2010, http://www.nytimes.com/2010/10/15/world/americas/15copiapo.html?_r=0.

Godofredo Pereira, “Geoforensics: Underground Conflicts in the Atacama Desert,” en Forensis, the Architecture of Public Truth, Forensic Architecture editores (Berlín: Sternberg Press, 2014), 591–603.

De acuerdo a Mauricio Dunner, de la oficina del fiscal de Quintero, de estos veintiocho, veintiuno han sido exhumados. “Exhuman nueve cuerpos más de ex funcionarios Enami-Codelco para determiner su causa de muerte,” La Tercera, 10 de junio de 2013, https://www.latercera.com/noticia/exhuman-nueve-cuerpos-mas-de-ex-funcionarios-enami-codelco-para-determinar-su-causa-de-muerte/

Luis Miranda, “El drama de los mineros contaminados de la Fundición Ventanas,” Soy Chile, 1 de julio de 2011, https://www.soychile.cl/Santiago/Sociedad/2011/07/01/24409/Exclusiva-El-drama-de-los-mineros-contaminados-de-la-Fundicion-Ventanas.aspx.

Pereira, “Territorial Evidence,” Londres: Forensic Architecture Press, 2013.

Pereira, “Underground: Venezuela’s Territorial Fetishism,” en Savage Objects, Godofredo Pereira editor (Lisboa: INCM, 2012), 223–248 y Pereira, “The Project of a Collective Line,” Volume 47 (abril 2016), http://volumeproject.org/the-project-of-a-collective-line/.

Clean Up Equador, 100 Percent of Inspected Well Sites Show Contamination, 18 de octubre de 2005, https://chevrontoxico.com/news-and-multimedia/2005/1018-100-percent-of-inspected-well-sites-show-contamination.

Ver Paulo Tavares, “Nonhuman Rights,” en Forensis, the Architecture of Public Truth, Forensic Architecture editores (Berlín: Sternberg Press, 2014), 553–572.

Bruno Latour, “Telling Friends from Foes in the Time of the Anthropocene,” (conferencia, Thinking the Anthropocene, EHSS – Centre Koyré-Sciences Po., París, 14-15 de noviembre de 2013).

Pereira, “Anomalous Alliances: Nature and Politics in the Yasuní Proposa,” en, Axiomatic Earth – Anthropocene Curriculum & Campus (Berlín: Haus der Kulturen der Welt, 2017), https://www.anthropocene-curriculum.org/pages/root/campus-2016/axiomatic-earth/.

Para una discusión más matizada de otros conceptos de lo humano y sus implicaciones en las disputas ambientales, ver: Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro, The Ends of the World (Cambridge: Polity Press, 2017).

Estoy usando el término “ser terrícola” en referencia al trabajo de Marisol de La Cadena sobre las prácticas andinas. Ver Marisol de la Cadena, Earth Beings: Ecologies of Practice across Andean Worlds. (Durham: Duke University Press, 2015).

Conocida por las iniciales CEH.

Douglas Brintnall, Revolt Against the Dead: The Modernization of a Mayan Community in the Highlands of Guatemala (Nueva York: Gordon and Breach, 1979).

Carlota Mcallister, “What are the Dead Made of? Exhumations and the Materiality of Indigenous Social Worlds in Postgenocide Guatemala,” Material Religion 13, no. 4 (2017): 522.

Sobre el aspecto paranoico de las exhumaciones y su relevancia para el estudio de las formaciones arquitectónicas, ver Reza Negarestani, Cyclonopedia: Complicity with Anomalous Materials (Melbourne: Re-press, 2008). 52–53.

Pereira, “The Underground Frontier,” Continent, 4.4 (2015): 4.